Imagen: woong hoe en Pixabay

La Bahía de Halong es uno de esos sitios que se identifican mundialmente sin necesidad de haber estado nunca en ellos. Un icono universal que supone para Vietnam lo mismo que la Torre Eiffel para París, la estatua de la Libertad para Nueva York o, por nombrar un paisaje natural, las Cataratas de Niágara para Canadá.

Consiste en millar y medio de kilómetros cuadrados situados en el Golfo de Tonkín, al norte del país, en los que multitud de formaciones rocosas tapizadas de vegetación y origen cárstico brotan del agua a manera de singulares y verticales islotes. De toda esa extensión hay un área, de unas 150.000 hectáreas salpicadas de 775 de dichas afloraciones (aunque en total hay más de 2.000), que está catalogada como Patrimonio de la Humanidad y que en 2011 optó -sin lograrlo- a ser una de la nuevas maravillas del mundo.

Si el paisaje es de una belleza inusitada y atrae a montones de visitantes que navegan entre los islotes a bordo de juncos y barcos turísticos (y que a menudo se llevan cierta decepción porque, contra lo que suelen mostrar las fotos, es habitual que la bruma cubra la zona), la leyenda que narra el origen del lugar no se queda atrás: los peñascos son los restos de una muralla levantada (a base de escupir joyas, perlas y jade) por unos dragones enviados por los dioses para proteger el país de la invasión por parte de una flota china. De hecho, Ha Long significa algo así como Descendiente del dragón.

Los mencionados cruceros suelen detenerse en algunos islotes porque muchos tienen grutas naturales, siendo quizá la más popular la de Hang Sung Sot (Cueva del Aturdimiento) porque se accede a través de un puente de madera y un centenar de escalones tallados en la roca: una vez arriba el centro de atención se fija en la primera de las 3 salas que tiene porque en ella está una peculiar roca de forma fálica. Igualmente curiosa es Hang Dau Go o Cueva de las Maravillas, también conocida como de la Madera Escondida por unas estacas de bambú que, según la tradición, se colocaron a flor de agua para hundir otra flota invasora, esta vez mongola, en el siglo XIII.

No obstante, también es muy visitada la isla de Cat Ba, la más grande y la única habitada: tiene varias playas y una reserva natural.

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