Imagen: Mousssa NIAKATE en Wikimedia Commons

Una vez más llegan malas noticias de África: la barbarie del integrismo islámico, el mismo que dinamitó los Budas de Bamiyán (Afganistán), apunta ahora a otra de las pocas maravillas monumentales artificiales que quedan en la zona oeste del continente, Tombuctú (Malí).

Un grupo llamado Ansar Dine (literalmente Defensores del Islam) ha decidido vengar la «afrenta» de la UNESCO del pasado 28 de junio, en que incluyó Tombuctú en la lista del Patrimonio Mundial en peligro. Y así, «en nombre de Dios», han empezado las demoliciones de 7 de los 16 antiguos mausoleos que, paradójicamente, albergan cuerpos de santos musulmanes. De hecho a la ciudad se la conoce como la de los 333 santos y fue visitada por el mismo Mahoma. Todo inútil; incluso cayó alguna que otra mezquita, como la de Sidi Yayia.

Esta irracionalidad deviene de la guerra civil que mantienen los grupos islamistas (además del citado hay otros como AQMI o el Movimiento por la Unidad y Yihad en África Occidental) y los rebeldes tuaregs. Cuando los integristas dieron un golpe de estado el 22 de marzo y se hicieron con el control de las 3 regiones norteña, la UNESCO detectó peligro para los monumentos, ya que Tombuctú es una ciudad que fue fundada por los tuaregs entre los siglos XI y XII, convirtiéndose en un importante centro comercial y religioso; «donde el camello encontraba la canoa» se decía entonces.

La profecía se ha hecho realidad y puede continuar, pues la ciudad tiene otras 2 espléndidas mezquitas, las de Djingareyber y Sankore, aparte de los mausoleos que aún quedan en pie, la muralla (toda la arquitectura de estos edificios es de adobe, con una imagen muy característica) y una colección de miles de manuscritos de los siglos XV y XVI.

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