Algunas ciudades de EEUU están empezando a aplicar una idea fruto de la típica iniciativa individual americana: producir electricidad a partir del agua corriente. ¿Cómo? De una forma tan original como inaudita.
La cuestión es la siguiente: si la electricidad de origen hidráulico se produce a partir de la presión que ejerce el líquido elemento en los embalses cuando se abren las esclusas ¿por qué no aprovechar el mismo principio utilizando la presión de las canalizaciones urbanas?
Un simple burócrata de Wall Street llamado Frank Zammataro fue el primero en planteárselo, acudiendo a consultar a varios ingenieros para ver qué visos de realidad tenía su propuesta. Al parecer, muchos. El subsuelo de Nueva York está formado, entre otras cosas, por una compleja y gigantesca red de tuberías que distribuyen el agua a las casas. Este agua proviene de las montañas Castkill, situadas en la cuenca del río Delaware y recorre 200 kilómetros hasta llegar a la ciudad.
Además lo hace impulsada únicamente por la fuerza de la gravedad, aprovechando el desnivel para llenar las tuberías a un ritmo de 4 millones de litros por minuto las 24 horas del día y aportando a Nueva York 6.000 millones de litros diarios. La presión es tal que en algunas zonas ni siquiera precisan bombas para subirla a los pisos más altos; es más, incluso se hacen necesarias válvulas para aliviar dicha presión y evitar que los tubos revienten.
La idea de Zammataro consiste en sustituir esas válvulas por generadores que transformen la presión en electricidad. Algo que no será fácil en una ciudad tan descomunal que no se tiene una idea muy clara de cómo es exactamente la red de tuberías (aún subsisten algunas muy antiguas, de madera) y donde apenas hay sitio bajo tierra para meter más cables, por lo que de llevarlo a cabo tendría que ser en barrios periféricos, más modernos.
Pero los beneficios serían indudables: se calcula que la inversión necesaria (sólo el estudio previo costará medio millón de dólares) se recuperaría en un máximo de 7 años y se trataría de una energía limpia, no contaminante. Además ya hay precedentes: en Keene (New Hampshire) hay una depuradora que funciona así y se disponen a abrir proyectos similares en Pittsburgh y Los Ángeles.
Foto: Christopher Schoembohn en Flickr
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