Imagen: 3282700 en Pixabay

El pasado 22 de mayo La Haya (Holanda) acogió la asamblea general de la archiconocida compañía petrolífera Shell. Una ocasión que no quiso dejar pasar Amnistía Internacional para humillar a sus dirigentes ante sus accionistas exigiendo una solución para la contaminación ambiental que la empresa ha provocado en el delta del río Níger.

Entre 1976 y 2001, se registraron más de 6.800 vertidos de petróleo en esa zona de la costa atlántica africana. Pero es que poco después, en 2008, fallos en un oleoducto de Shell provocaron el derrame de miles de unos 40.000 barriles de petróleo y cuatro años más tarde todavía no se ha limpiado la zona. La vida de decenas de miles de personas se ha visto afectada dramáticamente por la contaminación, pues sus tierras ahora son tóxicas y no tienen acceso a agua potable.

El problema es que Shell se niega a reconocer la autoría del desastre y, en consecuencia, a limpiar; mucho menos a indemnizar a los damnificados. Achacan los escapes a sabotajes intencionados y aducen que parar las máquinas para acometer una operación de limpieza costaría unos mil millones de dólares y supondría una reducción diaria de 60.000 barriles.

La iniciativa de Amnistía Internacional ha consistido en reunir más de 67.000 firmas exigiendo a Shell que asuma su responsabilidad, pero además desarrolló una campaña on line en la que proponía «manchar» el timeline de Twitter de la petrolera tuiteando un mensaje con el encabezamiento «Así mancha @shell» y usando los tags #shellcontamina y #deltaniger>.

El resultado era que el mencionado timeline quedaba cubierto por un negro tachón de clara resonancia petrolífera. Una original forma de denunciar.

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