Imagen: Alexander Popkov en Wikimedia Commons

Con todos los posts que llevamos publicados y nunca escribimos sobre la Acrópolis de Atenas, uno de los lugares del mundo que más densidad de turistas acumulan cada día; hay que ponerle solución a eso.

La Acrópolis está en lo alto de una pequeña colina de 156 metros de altura que domina la capital griega, como corresponde a su carácter de ciudadela y de lugar sagrado. Hasta allí discurría el desfile religioso de las Panateneas, por ejemplo, por eso es fácil deducir que se trata de un sitio que se remonta atrás muchos siglos siglos antes de Cristo, ya que la mayor parte de lo que vemos allí hoy en día es de época Clásica pero está construido sobre edificaciones anteriores.

Las más antiguas eran micénicas, aunque apenas quedan vestigios. Lo mismo pasa con la etapa siguiente, Arcaica, porque fueron arrasadas por los persas. Así que hay que situarse en el siglo V a. C, cuando Pericles propuso reconstruir el ruinoso complejo. Los arquitectos Fidias, Calícrates e Ictinos fueron los responsables de darle la nueva y espléndida apariencia a base de edificios monumentales y estatuas colosales.

A través de unos Propileos grandiosos, obra de Mnesicles y que normalmente se tardan en atravesar unos lentísimos minutos por las masas de gente, se abre el recinto ante el visitante con la imagen impactante y emblemática del Partenón, el templo dedicado a Atenea, cuya figura de 15 metros, realizada el propio Fidias con técnica criselefantina (usando oro y marfil), se guardaba en su interior.

Es un edificio con 8 columnas frontales y 17 laterales, dóricas y apoyadas en un estilóbato, que sostienen un friso de triglifos y metopas (parte de las cuales están en el British Museum) sobre el que el tejado a dos aguas forma un frontón triangular decorado en bajorrelieve. Aunque cueste imaginarlo con su blancura actual, en otros tiempos estaba policromado.

Otro punto destacado de la Acrópolis es el Erecteión, un santuario formado por 2 cuerpos famoso sobre todo por su parte sur, sostenida por las 6 cariátides de 2,50 metros que talló el ayudante de Fidias, Calímaco. Las que están in situ son copias, pues las originales se guardan en museos.

Y hay un cuarto lugar destacado situado en la entrada: el pequeño templo de Atenea Niké, una reconstrucción del siglo XX del diseñado por Calícrates. Se podrían citar también el santuario de Artemisa Brauronia, el Arreforión, el Eleunisión y, fuera del recinto, a los pies de la colina, el Teatro de Dionisos. Y todo el conjunto se remataba con la silueta de otra estatua de Atenea, la Promacos, al aire libre; lamentablemente no se conserva.

La visita se puede completar con otros monumentos de los alrededores (algunos de época posterior, romana) como los odeones de Pericles y Herodes, la Stoa de Eumenes o la roca del Areópago. En cualquier caso casi siempre en medio de grandes multitudes y con los ojos implacables de los vigilantes para impedir que los turistas se hagan fotos que éstos consideran divertidas y aquellos ofensivas.¡ Y cuidado, que llegan a obligar a borrarlas!

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