Entrar en una de las pirámides de Giza es una experiencia impresionante. Yo tuve la suerte de hacerlo en la de Kefrén y, aparte del inevitable agobio de la masificación turística, enseguida se percibe la diferencia entre el interior y el exterior. Dentro hace el mismo tórrido calor que bajo los rayos del implacable sol egipcio sólo que con mayor humedad y el agravante de la escasez de espacio.
Encima hay que bajar una larga rampa que discurre por un pasadizo adintelado que apenas sobrepasa el metro y medio de altura, lo que obliga a ir todo el camino encorvado. Mucha gente se vuelve atrás durante la bajada y otros apenas echan un vistazo a la cámara mortuoria, ya al final, para irse cuanto antes, pues la sensación de claustrofobia es muy grande.
Aunque lo parezca no estoy intentando quitarle las ganas a nadie. Al contrario, creo que la gracia de visitar un lugar así, tan, digamos, incómodo (y eso que está bastante acondicionado para el público), es imaginar las condiciones en que lo recorrieron antes que nosotros los arqueólogos que lo excavaron: arrastrándose, entrando por oquedades aún más estrechas y con linternas en lugar del sistema de iluminación eléctrica colocado actualmente.
De hecho, yo diría que lo peor son las colas para sacar la entrada en la taquilla y para acceder después. Tan largas que es difícil que te dé tiempo a visitar el trío de pirámides. Pero eso ya no es un problema para los menos exigentes. Si alguien quiere verlas sin moverse del sillón de su casa, sin aguantar el calor o el ahogo que producen los miles de toneladas de piedras sobre la cabeza, y sin tener que sacar un billete de avión a El Cairo, ahora puede hacerlo gracias al proyecto de Dassault Systèmes.
Esta empresa francesa acaba de presentar, en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Boston, una visita en 3D al interior de las pirámides de Giza. Al menos las de Keops y Micerino: sus galerías, sus cámaras funerarias, una treintena de objetos hallados en ellas, los mapas e incluso los diarios de las obras de excavación que redactaron las sucesivas expediciones arqueológicas.
Dassault Systèmes pone la técnica -ya tiene experiencia, pues trabajó en algo similar para el departamento de Egiptología de la Universidad de Harvard– y el museo bostoniano la gran colección que posee sobre las pirámides y que sirvió de base documental.
El resultado se puede comprobar en una página web a la que es posible acceder con el propio ordenador personal y moverse entre los ciclópeos muros de arenisca para descubrir cómo son por dentro estos megalómanos colosos.
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