
El otro día la simple proyección de una película puso fin a un enfrentamiento que duraba 71 años: el de la familia Hearst con el fallecido cineasta Orson Welles. Éste dirigió uno de los mejores filmes de todos los tiempos si no el mejor, Ciudadano Kane, en el que contaba la vida de un megalómano magnate de la prensa llamado Charles Forster Kane, claramente inspirado en William Randolph Hearst.
A Hearst no le hizo ni pizca de gracia y trató por todos los medios de impedir su estreno, incluso ofreciendo a la productora RKO una cifra millonaria por la destrucción de todas las copias. No lo logró y nunca quiso ver la película, como tampoco se dignó contestar a Welles cuando ambos se toparon en un ascensor la noche del estreno y el director le invitó (al ver que se iba sin responder, Welles le espetó una frase genial:«Kane hubiera aceptado»).
Al final los descendientes de Hearst acaban de aceptar ver la película en un pase especial que se llevó a cabo en la mansión familiar de San Simeón, y ahí es a donde quería llegar. San Simeón es el nombre del lugar de California donde se alza el castillo que el multimillonario mandó construir a la arquitecta Julia Morgan en 1919. Aunque Welles nunca lo vio en persona, su versión cinematográfica, llamada Xanadú, se le parecía bastante, especialmente el comedor principal, una sala gigantesca de techos altísimos y paredes con estandartes de caballería que estaba presidida por una chimenea gótica colosal, que en la película ve subrayada su enormidad gracias a los famosos planos a ras de suelo que inventó el director.
«Obras de arte que llenarían 10 museos. Un zoo equivalente al Arca de Noé. Después de las pirámides, Xanadú es el monumento más costoso construido por un hombre para mayor gloria de sí mismo» dicen en una escena de Ciudadano Kane. Efectivamente, San Simeón era -es- un complejo de 160 kilómetros cuadrados (!) dotado de cine, aeródromo, zoo, pistas de tenis, playa privada, casas para invitados, una piscina romana cubierta decorada con estatuas clásicas auténticas, otra al aire libre también de inspiración clásica, inmensos jardines y un museo donde hoy se exhiben todas las obras de arte y antigüedades compradas por Hearst: pinturas, esculturas, tapices, mosaicos, etc
El castillo, cuya fachada imita una catedral barroca española, se llama, muy apropiadamente, Casa Grande y tiene 56 habitaciones, 19 salones y 61 cuartos de baño- En 1957 la familia lo donó al Estado, que lo catalogó como Edificio Histórico Nacional y se hacen varios tours guiados por 25 dólares (36 por las tardes; 12 y 18 en caso de niños). Me pregunto si habrán incorporado a la colección una copia de un trineo llamado Rosebud.
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