Si se contempla esta foto -u otra del mismo sitio- entrecerrando los ojos es posible captar la misma sensación que tuvieron los navegantes holandeses en el siglo XVIII, cuando descubrieron el paisaje desde sus barcos. Australia aún era un continente ignoto y pensaron que aquellas extrañas formaciones correspondían a los restos arquitectónicos de alguna antigua civilización. Pero sólo acertaron en lo de antigua.

Se trata del Pinnacle Dessert o Desierto de los Pináculos, una amplia extensión de arena que se prolonga a lo largo de 26 kilómetros de la costa de Australia Occidental y que está caracterizada por esas caprichosas formaciones rocosas de las que se pueden contar miles y llegan a alcanzar los 7 metros de altura, si bien la mayoría ronda los 3.

Se formaron hace miles de años, por la compactación de conchas de moluscos sobre la roca caliza, aflorando a través de las dunas que el viento mueve hacia el interior. Aunque siempre se supo de su existencia, los pináculos fueron redescubiertos para el turismo en los años sesenta, incorporándose al Parque Nacional Nambung. Es un lugar que hoy recibe un cuarto de millón de visitantes al año atraídos no sólo por las rocas sino también por la posibilidad de ver fauna salvaje entre ellas (no es difícil vislumbrar emúes, canguros o serpientes) y pescar.

Para un español hay un aspecto más de interés: a 29 kilómetros se halla la localidad de Cervantes, que fue una colonia de nuestro país. A Cervantes y el desierto de llega desde Perth -que está a 250 kilómetros al sur- a través de la Geraldton Highway.

Foto: Neil Creek en Wikipedia

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