Castillo Osaka

Si hay un sitio de Osaka que llama la atención al visitante es su imponente castillo. No sólo por cuestiones estéticas sino también porque viéndolo de lejos parece erguirse con cierto orgullo de veterano entre los rascacielos y edificios modernos que lo rodean. Una combinación, ésta de lo viejo y lo nuevo, muy típica del país.

En realidad, dicen, el castillo de Osaka es el sitio más visitado de todo Japón. Ocupa nada menos que un kilómetro cuadrado en medio de un parque con 4.300 cerezos que cuando llega la época del sakura florecimiento) se convierte en un auténtico espectáculo de color, subrayado además por una iluminación especial.

El edificio fue erigido sobre los restos de una ciudadela budista en 1583 por el clan Toyotomi, que a lo largo de varias décadas lo fue ampliando. Un foso rodeaba el perímetro en torno al bastión, asentado sobre un zócalo y formado por varias plataformas con muros de piedra rellenados con tierra. De esta parte original quedan restos visibles en el interior porque en 1614 el shogunato Tokugawa lo destruyó, si bien es cierto que algunos de sus representantes, como Hidetada y su hijo Iemitsu, se encargaron de reconstruirlo aún más grande y macizo apenas seis años después.

Todavía habría de pasar por difíciles avatares y reformas: un rayo que destruyó la torre principal, dos terremotos en 1707 y 1854, los bombardeos americanos de 1945… En 1997, por si acaso, le añadieron estructuras antiseísmos. Actualmente se pueden visitar sus ocho pisos (tranquilos, hay ascensor), en los que se muestran dioramas, muebles, armas y muchos más objetos que ilustran la historia del castillo. Abre de 9:00 a 17:00.

Foto: 663highland en Wikimedia

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