No sé exactamente en qué habrá quedado la cosa después del tira y afloja entre gobierno y oposición y, sobre todo, tras la tragedia del tsunami y la central nuclear de Fukushima. Pero hace aproximadamente un año las autoridades japonesas anunciaron que iban a demoler uno de los puntos de peregrinación turística más populares e insólitos del país: el Mercado de pescado de Tsukiji.
A muchos le parecerá raro pero este mercado, que es el mayor del mundo con diferencia (el segundo es el Rungis de París, 7 veces más pequeño), no sólo atrae a profesionales sino también a turistas. Y muchos. Tantos que, a pesar de los madrugones que se requieren (abre a la 1:00 de la madrugada y suele cerrar poco después de mediodía), la dirección tuvo que restringir las visitas a una sola hora, entre las 5:30 y las 6:30.
Y aún así acuden en tropel con sus cámaras para captar instantáneas del trabajo cotidiano con las más de 400 especies marinas que se comercian (animales y vegetales, baratas y carísimas) o algún momento de ese inefable espectáculo que es la subasta de atunes. Y es que con acceso admitido o sin él, la gente se las arregla para entrar y pulular entre las cajas y los pescaderos de la zona joagi, la abierta al público (hay otra llamada jonai, exclusiva para mayoristas).
Conviene aclarar que en ese colosal recinto también se pueden encontrar restaurantes (especializados en sushi, por supuesto) y tiendas, por lo que el número de personas que trabajan allí alcanza decenas de miles formando un auténtico hormiguero humano.
El anuncio hecho por el alcalde de Tokio en 2010 anunciando el traslado al barrio Toyosu por el mal estado de las cubiertas, que amenazan ruina, desató una fuerte polémica dado que la nueva ubicación es una zona industrial altamente contaminada. Las voces discrepantes proponían reconstruirlo, como se hizo en 1935 después de que el Gran Terremoto de 1923 lo destruyera. Claro que entonces no era tan grande, pese a haber sido creado por el shogun Tokugawa Iekasu para proveer al castillo de Edo ya en el período homónimo.
En fin, como decía, no sé en qué quedó el asunto. Si todavía está allí y alguien quiere visitarlo antes de su desaparición tiene que coger la línea de Metro Maronouchi en dirección a Ginza y transbordar en ésta a la línea Hibiya hasta Tsukiji.
Imagen: Wikimedia Commons
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