La famosa caricatura de Darwin publicada en la revista Hornet en 1871/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Tal día como hoy, un 23 de noviembre pero de 1859, los escaparates de las librerías inglesas mostraban la última novedad publicada por la editorial John Murray: un libro de un naturalista que llevaba el difícil título de On the origin of species by means of natural selection, or the preservation of favoured races in the natural struggle for life.

El autor se llamaba Charles Darwin y, aunque el tema no era precisamente para profanos, había utilizado un estilo claro y directo que facilitó la comprensión; en consecuencia la primera tirada, de 1.250 ejemplares, se agotó a lo largo de esa misma jornada. El origen de las especies, título acortado en una edición posterior de 1872, planteaba una teoría que en realidad ya habían formulado otros científicos de la época, sólo que ninguno había sido capaz de darle la base ni la forma adecuadas: las especies no son inmutables y, por tanto, el relato del Génesis no puede interpretarse al pie de la letra.

Los hallazgos de fósiles, cada vez más frecuentes, y los estudios geológicos no concordaban con lo que decía la Biblia ni aún cuando se buscaran explicaciones tan peregrinas como divertidas para la extinción de aquellos enormes reptiles, como que Noé había construido la puerta del arca demasiado pequeña.

Décadas antes que Darwin, Lamarck había propuesto una teoría evolutiva pero completamente errónea: la tendencia de los organismos a buscar la perfección y, por tanto, cambiar, generalmente ilustrada con el alargamiento del cuello de una jirafa para llegar a las hojas más altas. En 1858 Alfred Rusell Wallace se había acercado bastante más aunque sin llegar a explicarlo totalmente, entre otras cosas porque no había vivido los 5 años de viaje alrededor del mundo que sí experimentó Darwin a bordo del HMS Beagle y que le permitió deducir muchas cosas a partir de la observación de pequeñas diferencias entre docenas de especies de aves aparentemente iguales en Sudamérica. No obstante, ambos intercambiaron correspondencia con sus opiniones científicas.

El sector más obtuso del mundillo religioso y científico (?) se escandalizó con aquel libro y lo que implicaba para la especie humana, a pesar de que en sus páginas no había ninguna alusión al Hombre y que su autor era teólogo. Otro día les cuento cómo ambas partes se enfrentaron en el famoso debate entre Huxley y el obispo Wilberforce. De momento termino reseñando un triste dato: El origen de las especies no se tradujo al español hasta 1877.

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4 respuestas a “La publicación de «El origen de las especies» hace 152 años”