No cabe duda de que la mejor manera de proteger un sitio de la degradación es mantenerlo cerrado o aislado. Lo que pasa es que así también se impide su difusión y el acceso a su disfrute por parte de los ciudadanos. Se trata de una vieja polémica que se aplica sobre todo a cuevas prehistóricas y enclaves naturales especialmente frágiles. Pero, a veces, es la propia naturaleza la que preserva estos sitios imponiendo duras condiciones climatológicas y geográficas que dificultan acercarse.

Es el caso del Bosque de piedra que se encuentra en plena Siberia (Rusia), hacia el Este, en la región de Khangalassky Ulus. Consiste en unas caprichosas formaciones kársticas originadas por la erosión de la roca caliza: 80 kilómetros de columnas, cuevas y paredes de variadas formas que llegan a alcanzar alturas de 150 metros y se desarrollan asomadas a las riberas del río Lena, de ahí que también se las conozca como Pilares del Lena.

Decía que es difícil llegar porque en invierno las aguas se hielan, cerrando el paso a los cruceros que hacen la ruta y dejando como único medio de transporte el trineo tirado por perros. Además, la ciudad más cercana es Yarkutsk, a más de una jornada de viaje. Todo ello ha permitido preservar el entorno en un estado pseudovirgen que le ha hecho ganarse la designación como Patrimonio de la Humanidad.

Imagen: Old Seemann en Wikimedia Commons

  • Compártelo en:

Descubre más desde La Brújula Verde

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Something went wrong. Please refresh the page and/or try again.

One reply on “El Bosque de piedra del río Lena”