Aprovechando la prórroga de la campaña turística de Praga hoy voy a hablar de una arraigada costumbre checa que incluso ha conseguido adoptar un verbo común casi como si tuviera denominación de origen: defenestrar, que según la Real Academia de la Lengua consiste en arrojar a alguien por una ventana o balcón.

Efectivamente, echándole un vistazo a la historia de esta ciudad podemos encontrar hasta tres famosas defenestraciones, método expeditivo y contundente para llevar a cabo la segunda acepción de la palabra: destituir o expulsar a alguien de un puesto, cargo, situación, etc. En el caso pragués se combinan ambos significados casi con arte.

La primera la protagonizaron, involuntariamente por supuesto, el burgomaestre y sus concejales en 1419 durante el apogeo del movimiento husita de Jan Zelivský, un reformador religioso, social y político que clamaba contra el sistema feudal. Varios seguidores fueron arrestados y cuando sus compañeros reclamaron su liberación las autoridades municipales se negaron; la respuesta fue asaltar el Ayuntamiento de la Ciudad Nueva (en el grabado superior) y lanzar a sus representantes por la ventana (la grande, en la foto), debajo de la cual los rebeldes esperaban con picas y alabardas enhiestas.

Tradicionales defenestraciones Praga

Se iniciaba una tradición que continuó en 1618 en la Cancillería del Castillo, donde irrumpieron cientos de calvinistas indignados por la elección del impopular Fernando de Habsburgo, católico, para el trono. Esta vez las víctimas tiradas por la ventana (la de la derecha de las que se ven en el centro de la imagen) fueron el gobernador y los representantes imperiales. Gracias al estiércol acumulado debajo cayeron sobre blando y salvaron la vida pese a haber una caída de 15 metros, pero estaba servida la Guerra de los Treinta Años.

Tradicionales defenestraciones Praga

Mas, la defenestración forma parte del ADN checo y por eso se puede encontrar un ejemplo relativamente reciente. En concreto de 1948, recién triunfante la revolución que brotó tras la Segunda Guerra Mundial. Uno de los ministros, Jan Masaryk, el más popular sin duda por ser hijo de un apreciado dirigente anterior, tenía la cartera de Exteriores en un ejecutivo en el que era el único no comunista y, por tanto, una molestia.

Tradicionales defenestraciones Praga

Su cadáver apareció un día en el patio del Palacio Cernín, sede del ministerio. Aparentemente se había suicidado -eran conocidas sus depresiones- pero actualmente los expertos consideran que la posición del cuerpo y la distancia respecto al vano no concuerdan con un salto voluntario.

Hoy nadie duda de que fue una defenestración. Y es que hay que seguir las tradiciones.

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