Campos de batalla: Otumba

Campos batalla Otumba

Probablemente muchos turistas que pasean por el valle de Otumba comprando artesanía de obsidiana, ónice y madera o visitando sus atractivos monumentales, ignoren que en esas llanuras se decidió la historia moderna de México. El 14 de julio de 1520 Hernán Cortés se retiraba hacia Tlaxcala con sus maltrechas tropas, después de la desastrosa retirada de Tenochtitlán conocida como la Noche Triste, cuando encontró cerrándole el paso un formidable ejército azteca de 40.000 guerreros mexicas, tenochcas, tepanecas, xochimilcos, etc. No había más remedio que presentar batalla o ser capturados para acabar en el altar de los sacrificios, con el pecho abierto en canal y el corazón aún palpitante ofrecido al sol.

Para ello contaba con apenas 5.000 hombres, de los que 4 quintas partes eran aliados tlaxaltecas. Los españoles habían perdido todos sus arcabuces y cañones, contando sólo con 16 caballos. Por eso, en formación cerrada,  tuvieron que resistir durante horas el ataque enemigo hasta que, ya a punto de desfallecer, el propio Cortés divisó a lo lejos al tepuchtlato (caudillo, general) mexica y dirigió una carga contra él, derribándolo y arrebatándole el estandarte.

Ver morir de esa forma al que también era su Cihuacóatl (Mujer Serpiente, algo así como el primer ministro) llevó a los aztecas a pensar que los dioses les abandonaban y sus filas se descompusieron, dándole la victoria a Cortés. Éste tuvo un millar de bajas pero le había causado a Cuitláhuac, el huey tlatoani, unas 13.000. El camino a la conquista del país estaba abierto definitivamente.

Otumba se halla a 56 kilómetros de Ciudad de México, desde donde se puede llegar por la autopista Pirámides-Tulacingo, en la misma dirección que Teotihuacán. Es un lugar tranquilo, en el que un túmulo con cruz señala el campo de batalla y cuyos atractivos principales son el convento franciscano de la Concepción de la Virgen, declarado Monumento Nacional en 1933, el monasterio de San Nicolás de Bari, de espléndido estilo plateresco y el de Oxtotipac, erigido sobre un teocalli (templo) tolteca.

También hay que reseñar la casa-museo del pintor local Gonzalo Carrasco y los llamados Arcos del padre Tembleque, un acueducto de 34 kilómetros que parte de Cempoala y fue construido por el fraile homónimo entre 1554 y 1571. Cabe añadir que en mayo se celebra la Fiesta del Burro, con este animal de protagonista. Para alojarse no faltan sitios, destacando la Hacienda de San Miguel Ometusco, con instalaciones de lujo.

Foto: Pedro Ángeles en Flickr