Voy a cerrar un leve repaso a la obra más significativa, en los últimos tiempos, del artista vasco Agustín Ibarrola. Aquella que ha realizado al aire libre y que más relación tiene con este blog por cuanto se ha convertido en objeto de atracción turística.

Colores Ibarrola II

Si ayer hablaba del Bosque de Oma, la primera de la serie, hay que referirse a la que hizo a continuación (1995) en Salamanca, en colaboración con algunos alumnos de Bellas Artes: el Bosque Encantado. Al igual que hizo en Vizcaya, decoró un grupo de troncos pintándolos de vivos colores y añadiéndoles elementos artificiales, sólo que en esta ocasión aprovechó unos olmos muertos por grafiosis en el parque de La Alamedilla (por cierto, necesitan una restauración ya).

En Llanes (Asturias), también tiñó de colores los cubos de hormigón que forman la escollera del puerto con motivos abstractos que pretenden dar a conocer la memoria del artista, del arte y del lugar, de ahí que se llamen los Cubos de la Memoria. Hoy son el principal atractivo para los visitantes de esta villa marinera.

Por último, hay que recordar el Bosque de tótems que plantó en 1996 en la Estación del Príncipe Pío de Madrid aprovechando viejas traviesas ferroviarias a las que incorporó su habitual paleta de fuerte colorido.

Foto: Roberto Rodríguez en Flickr

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