File source: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:RO_MM_Sapanta_merry_cemetery_3.jpg

A priori los cementerios pueden describirse de muchas maneras: tristes, siniestros, tétricos, tranquilos, elegantes, bonitos, atractivos, interesantes… Pero es raro que se les puedan aplicar calificativos como alegre o divertido. Salvo que se visite el de la localidad rumana de Sapanta, una ciudad de 5.000 habitantes situada en la provincia de Maramures, en el corazón de los Cárpatos.

Su camposanto es realmente atípico, presentando un aspecto multicolor más propio de una guardería que del lugar destinado al enterramiento. Todo deviene de una tradición reciente, iniciada por el artista Stan Ioan Patras (1909-1977) quien, desde 1935, empezó a elaborar cruces y lápidas talladas en madera y decoradas con retratos pintados de los fallecidos, a quienes representaba en escenas cotidianas de sus vidas.

En muchos casos, dichas imágenes estaban estrechamente relacionadas con el trabajo en el campo; en otras, la cruz se adornaba simplemente con motivos florales pero en ambos casos siempre en vivos colores. Y para rematar -con perdón- el asunto, solía incorporar epitafios humorísticos tipo Aquí descansa mi suegra. Si hubiera vivido otro año yo ocuparía su lugar. Huelga decir que el cementerio de Sapanta es uno de los principales atractivos turísticos de la zona.

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