Muy popular gracias al cine, la batalla de las Termópilas se enmarca en las Guerras Médicas que enfrentaron a griegos y persas a lo largo de cientos de años por la hegemonía en el Egeo y la posesión de la costa de Asia Menor.

En el siglo IV a. C el rey Jerjes decidió invadir el territorio enemigo y reunió un formidable ejército que los historiadores calculan hoy en torno a 200.000 hombres.

Era una barbaridad para su época pero está lejos del millón y medio que cita Heródoto, que provocaría que la retaguardia aún estuviera saliendo de Susa para cruzar el Helesponto cuando la vanguardia ya hubiera desembarcado en Grecia.

Vista del paso de las Termópilas desde el montículo de Leónidas, a principios del siglo XX / foto René Puaux, dominio público en Wikimedia Commons

Las tradicionales disensiones internas de las polis griegas hicieron que sólo presentaran como oposición un pequeño contingente formado por los famosos 300 hoplitas espartanos acompañados de sus auxiliares (infantes ligeros e ilotas) más un millar de focios, 700 tespios y 400 tebanos.

Con semejante desproporción numérica, el stratego Leónidas, eligió las Termópilas (que significa Puertas calientes, nombre que deviene de un manantial) para cortar el paso a Jerjes.

Monumento en el lugar donde cayeron los últimos espartanos / foto Konstantinos Livadas – Shutterstock

Era un desfiladero de no más de un centenar de metros de ancho que los persas no pudieron rebasar hasta que el traidor Efialtes les enseñó un atajo que permitió envolver y aplastar a los espartanos y sus aliados.

Sin embargo hoy en día la geografía del lugar es completamente distinta. El paso de los milenios ha provocado que depósitos aluviales en el Golfo Maliaco le ganen un kilómetro al mar, convirtiendo el estrecho paso en una llanura.

Aún así, podemos contemplar un panorama general desde la carretera que discurre paralela a la costa, a algo más de una hora de Atenas, y hacernos una idea si se entrecerramos los ojos e imaginamos el acantilado que habría al otro lado de la cuneta.

Las Termópilas en la actualidad. Antiguamente la línea de costa estaba donde hoy está la carretera / foto Fkerasar en Wikimedia Commons

El sitio probable de la batalla está señalizado con un monumento, a menudo decorado con coronas de flores, en el que descuella la estatua de Leónidas y el famoso epitafio de Dionisio: Extranjero, dile a Esparta que yacemos aquí por obedecer sus leyes.

En 1997 se erigió un bronce de Eros en honor de los tespios que resistieron junto a los espartanos hasta el final, pues ése era el dios de Tespia. Debajo también hay una placa con la expresión que Leónidas empleó para rechazar a los emisarios persas que le exigían entregar las armas: Molon labe (Venid a cogerlas).


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