Paseando por Estambul no es raro ver en las cornisas y aleros de los edificios unos adornos arquitectónicos de variados tamaños y formas que recuerdan palacetes, castillos o mansiones. En realidad no son motivos ornamentales propiamente dichos sino pajareras y palomares destinados a que las aves puedan anidar a salvo de depredadores -léase, animales o humanos- y de los elementos, pues generalmente se hallan en las zonas más soleadas.

Mezquitas, casas particulares, puentes, fuentes… Adosados a los muros de lugares así se pueden encontrar estas originales construcciones, algunas de las cuales se pueden considerar auténticos monumentos, no sólo por su trabajada labor artística sino por la antigüedad que tienen: las más complejas y bonitas son del siglo XVIII pero hay otras más sencillas que se remontan al XV. Lamentablemente, el gamberrismo y la erosión las deterioran sin que se trace ningún plan de protección. Para verlos por ti mismo, nada mejor que buscar vuelos baratos, y con mucha antelación.

Foto: skyscrapercity

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