Este pequeño pabellón que parece sacado de un cuento está pensado en realidad para vivienda. Es una idea del sueco Torsten Ottesjö, que se inspiró, al parecer, en la forma y brillo del pescado favorito de Escandinavia, el arenque, y la desarrolló basándose en conceptos como el mínimo espacio que necesita una persona para sentir confort y la relación con el entorno natural.

Unidad habitacional natural sueca

La casa se llama Hus. Ett y consiste en un estrecho y compacto tubo alargado, bien recto, bien en curva, cuyos extremos son acristalados para proporcionar luz del sol; eso sí no cierran con vidrio normal sino mediante ecofibras. De hecho, todo se fabrica con materiales biodegradables, resultando un proceso de construcción tan barato y rápido como el de demolición: madera de diversos tipos, planchas de celulosa, etc. La vivienda se sostiene a varios centímetros del suelo merced a postes, a la manera de los palafitos.

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