En 1903 un hombre llamado Will West fue detenido por un crimen menor y recluido en la penitenciaría de Leavenworth, Kansas, que hasta 2005 fue además la mayor penitenciaría de máxima seguridad de los Estados Unidos. Al tomarle las huellas digitales y compararlas con los registros existentes se halló una ficha con sus huellas. No sólo eso sino que el nombre que aparecía en dicha ficha era William West. No obstante, Will West negaba tajantemente haber estado recluido allí anteriormente. Se procedió a comparar las fotografías, las de la ficha y las tomadas a Will West a su llegada, con el sorprendente resultado de que parecían ser absolutamente similares (aunque si se fijan bien, no son exactamente iguales).
Lo más extraño de todo es que se comprobó que la ficha de William West correspondía a un recluso que todavía seguía allí cumpliendo una cadena perpetua por asesinato, con lo que quedaba claro que eran dos personas diferentes, aunque con asombrosas similitudes.
Este curioso caso es uno de los ejemplos que se suelen poner a menudo en el estudio de las técnicas de identificación de huellas digitales. Aunque, como todo en estos casos, tiene su parte de ficción. O por lo menos de embellecimiento y transformación.
Según un artículo de Robert D. Olsen, del Kansas Bureau of Investigation publicado en la revista Identification News (Noviembre de 1987, Vol.37, No.11) y reproducido por Scafo.org (A Fingerprint Fable: The Will and William West Case), los primeros en hacer mención de la historia fueron Wilder and Wentworth en su libro Personal Identification (1918, pags.30-33).
Pero, y he aquí donde viene la sospecha, de los dieciocho libros analizados por el autor del artículo, y que se publicaron antes que el de Wilder and Wentworth, ninguno menciona el caso. Esto no significaría nada sino fuera porque dos de esos libros que no mencionan el caso fueron escritos por el hombre que tomó las huellas de Will West en la prisión de Leavenworth. ¿Cómo es posible que no diga ni una palabra acerca de un caso tan extraño e importante para su disciplina científica? ¿Es posible que no tuviera tanta importancia? Probablemente.
El caso es que unos pocos años más tarde se comenzó a utilizar un nuevo sistema de identificación de huella digitales, desarrollado por Sir Richard Edward Henry, de Scotland Yard, mucho más fiable que el sistema Bertillon anterior. Con él se pudo comprobar que en realidad las huellas digitales de ambos reclusos eran completamente diferentes.