Imagen: Esparta Palma en Wikimedia Commons

Manual de cómo hacer arte sin proponérselo y cómo sacarle rendimiento turístico. Julián Santana Barrera era un humilde mexicano, reservado y algo borrachuzo, que habitaba una chinampa del lago Teshuilo en Xomichilco, al sur del Distrito Federal de México. Una chinampa es una isleta artificial, un trozo de tierra creado sobre el agua utilizando raíces rellenadas con tierra, que se emplea desde época azteca para cultivar y, de paso, vivir sobre ella. Los canales de Cuemanco, en Xochimilco, fueron declarados por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987 pero, en este caso, tienen un extra desde que una chica joven se ahogó cerca de su propiedad, Julián empezó a oir voces y pasos nocturnos alrededor de su choza.

Eran los años setenta. Temeroso de espíritus del más allá, Julián empezó a recoger viejas muñecas infantiles de la basura, sin importarle el estado de deterioro que presentaran, y a colgarlas de las ramas de los árboles de su chinampa con la intención de «espantar a los espantos» [sic]. Así, el lugar fue tomando un cariz fantástico, tétrico, con ese morbo siniestro que presentan los muñecos sin ojos o mutilados, y empezaron a llegar curiosos. Con el tiempo, algunos incluso llevaban algún juguete para colaborar en tan pintoresca decoración.

Julián murió de un infarto en el mismo sitio de la ahogada y poco después de decirle a su sobrino, con el que estaba pescando, que una sirena pretendía llevárselo. Para la posteridad quedó la isla, que luego fue acondicionada por la Vicealcaldía y la Sociedad Cooperativa de Ecoturismo al albur de las labores de recuperación ecológica del lago. Hoy hay tres cabañas-museo que atraen alrededor de 50.000 visitantes al mes. Puedes buscar vuelos a México para visitarlas.

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