¿Qué hacer con un barco cuando llega al final de su vida comercial? Lo más común es el desguace pero también es frecuente que termine pudriéndose encallado en un bajío y, de paso, contaminando las aguas de los alrededores. Pues en Rusia le han encontrado al Príncipe San Vladimir la forma de prolongar sus días útiles de una forma superior, nunca mejor dicho: transformándolo en capilla flotante.

Viejo barco transformado capilla

Y no sólo flota, que para eso ya hay otros dos ejemplos, en ese país. Lo que distingue al San Vladimir es la capacidad de navegar en lugar de quedarse anclado como pontón. De hecho el pasado 13 de septiembre zarpó de la desembocadura del Volga para remontar los 3.000 kilómetros que la separan de Moscú en un viaje misional que tiene como objetivo dar atención espiritual a todas las aldeas de la ribera del río, algunas de las cuales son de difícil acceso por vías normales.

Al barco, que casualmente lleva el nombre de quien cristianizó el país antes de que la Iglesia Ortodoxa se separara de la Católica, se le incorporó en 2004 una estructura de iglesia con sus cúpulas doradas y todo. Lleva a bordo un cura y reliquias de ocho santos e irá atracando en todos los puertos fluviales para celebrar misa.

Vía: odditycentral

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