Imagen: Danleo en Wikimedia Commons

Resulta curioso cómo terminan sus días algunos inventos del Hombre que en su día hicieron historia. Mientras unos pasan a la posteridad, como el navío H.M.S. Victory, otros caen en el olvido casi absoluto, como el yate Azor de Franco. Algunos, sin embargo, se reconvierten y continúan ofreciendo servicio, aunque de muy distinta naturaleza y, según quién opine, dignidad.

Es el caso del segundo Boeing 747 Jumbo que se fabricó, el primero que hizo un vuelo comercial. Fue con la extinta compañía norteamericana Pan Am, en cuya flota aérea estuvo un buen número de años hasta que llegó al hora de la jubilación. Entonces, en lugar del desguace o el Museum of Flight que Boeing tiene en Seattle, se desmontó el fuselaje por piezas y se envió a Corea del Sur, comprado por un empresario local. Allí lo reconstruyó, quitándole las filas de asientos y sustituyéndolas por mesas para fundar un insólito restaurante en medio de la ciudad.

El resultado es, como mínimo, pintoresco y atractivo, aunque lo sería aún más si le dieran una mano de pintura al carcomido fuselaje, que desluce el interior decorado en madera.

Vía: Dark Roasted Blend

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