Vaca pintada para la Cow Parade por el artista Lobo/Imagen: Lobo del arte pop en Wikimedia Commons

Se parece pero no, no es el título de aquella película de Gregory Peck y Audrey Hepburn, aunque algo deben tener las vacas cuando dan tanto juego al Arte. Visitar Roma estos días, en concreto hasta el 4 de julio, puede provocar que el turista se quede boquiabierto al ver, no las ruinas de los templos de los césares o las iglesias renacentistas, sino un centenar de bóvidos que hay repartidos por las calles del centro y la periferia. Si ya es raro esto, más resulta con los vivos colores con que han sido pintadas, dando una pincelada de alegría al cemento, el hormigón y el asfalto.

Los colores son lo único vivo, claro, pues a nadie se le ocurriría teñir los lomos y soltar a los animales a su aire. Al menos en occidente: en el aire dejamos la idea por si en la India deciden adoptarla. El caso es que son estatuas hechas de fibra de vidrio (a tamaño natural, eso sí), ideadas por el escultor suizo Pascal Knapp en 1998 para acercar el arte al público y dar la oportunidad a artistas poco conocidos. Las cien piezas forman parte de la llamada Cow Parade, una exhibición que ha recorrido decenas de ciudades de todos los continentes desde que Chicago la popularizara en 1999.

Al terminar la muestra las vacas no se trasladan sino que se subastan para recaudar fondos que se entregan a ONGs. Cada Cow Parade, pues, dispone de vacas completamente nuevas, cada vez con más variedad de formas y concepciones. La idea es tan original que se han empezado a hacer parades de otros animales.

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