Calderote, Primera Guerra Carlista, (Augusto Ferrer-Dalmau)/Imagen: Augusto Ferrer-Dalmau en Wikimedia Commons


Si alguien pensaba que era imposible poner de acuerdo en algo a los partidos políticos, el pasado 23 de marzo se llevaría una enorme sorpresa. Poniendo en práctica una decisión tomada por unanimidad en el Parlamento Navarro, desde UPN a la izquierda abertzale pasando por socialistas y otros grupos minoritarios, se inauguró en Estella el Museo del Carlismo.

Un proyecto para repasar el origen, desarrollo y, en fin, historia de este pintoresco movimiento dinástico nacido en el primer tercio del siglo XIX para promulgar el derecho al trono de Carlos María Isidro, hermano del fallecido monarca Fernando VII, cuando éste anuló la Pragmática Sanción que alejaba del trono a las mujeres para dejárselo a su hija, Isabel II. En el trasfondo chocaban dos formas enfrentadas de entender la política, la liberal y constitucional que representaba la futura reina (aún era menor de edad) y la absolutista, esencia de las tradiciones más rancias (Inquisición incluida) del postergado pretendiente que se resumía en su lema Dios, Patria, Rey y Fueros.

Era el año 1833 y empezaba la sangrienta Primera Guerra Carlista, que finalizó con victoria liberal. Los carlistas nunca llegaron a tirar del todo la toalla y aún se levantarían en dos ocasiones más durante esa centuria, en 1846 (los matiners catalanes) y en un lustro de los años setenta. Fue inútil. Alfonso XII asentó definitivamente la monarquía parlamentaria, que se afianzó aún más durante la regencia de su viuda y su hijo Alfonso XIII. Luego llegó la Guerra Civil y los carlistas renacieron bajo la forma de los requetés en apoyo de Franco, pero ni con él conseguirían encumbrar su estirpe.

El Museo, ubicado en el llamado Palacio del Gobernador, un edificio del siglo XVII restaurado que está en la Rúa Mayor, exhibe su colección permanente en la planta superior en un recorrido cronológico. Son fusiles de chispa, uniformes, sables, fotografías (sobre todo de la Guerra Civil) y retratos (con mención especial de la famosa vidriera de Carlos VII). Una de las piezas estrella es el siniestro pendón negro con una calavera bordada y la divisa Guerra sin cuartel que enarbolaban las tropas de Cabrera en el Maestrazgo.

También hay una exposición temporal, hasta el 8 de diciembre, de pinturas bélicas decimonónicas y cuadros con algunos de los personajes protagonistas de los conflictos, como Fernando VII, Isabel II y todos los pretendientes. Hay visitas guiadas gratis hasta el 2 de mayo.

En el museo puede obtenerse información sobre la Ruta del Carlismo, que tiene tres itinerarios por los valles de Navarra: el del Norte (pasando por Elizondo y Zugarramurdi, esta última localidad escenario siglos atrás de un célebre proceso inquisitorial contra la brujería), el de La Frontera (donde se libraron las batallas de Oroquieta -primera actuación de la Cruz Roja Española- y Alsasua) y Tierra Estella (de la capital carlista por excelencia a Lácar y Mendigorría, entre otras).

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