Muchos juerguistas han tenido que dormir la borrachera en cualquier sitio después de una noche de exceso con vino pero seguro que nunca imaginaron que es posible hacerlo incluso dentro de la misma barrica.
Vacía, eso sí. Es lo que ofrece en la provincia de Frisia, Holanda, el Hotel De Vrouwe van Stavoren: alojamiento en un lugar de lo más original, con ocho habitaciones acondicionadas en antiguos toneles de vino francés de gran capacidad (14.500 litros) reciclados para ello en 1981. Aunque también hay habitaciones normales estándar, sin duda el gran atractivo de este sitio es alquilar uno de los barriles, que son un poco más caros pero disponen de todas las comodidades: televisión, aire, calefacción, dos camas baño y baño individual; incluso se puede elegir -parece una broma pero no lo es- entre blanco y tinto. En todo el hotel hay disponible acceso gratis a Internet y existe un aparcamiento para quienes llegan en coche. Además, se admiten animales y reciben al cliente regalándole, cómo no, una botella de vino.
El De Vrouwe está situado en el pueblecito pesquero de Stavoren, en una vistosa bahía por la que navegan yates, lanchas y embarcaciones de todo tipo para recrear la vista del cliente… y su estómago, pues el restaurante se nutre de lo más fresco de la mar para preparar platos de cocina regional. También cuenta con playa y, lógicamente, los deportes acuáticos son habituales, desde la vela al windsurf pasando por el remo, aunque suele ser el cercano lago Ijsselmeer el escenario habitual. Un bello paisaje de colinas y bosques centenarios que reciben el nombre de Gaaster.
De hecho el mismo establecimiento oferta excursiones en barco a bordo de un antiguo navío comercial durante las cuales se narra una leyenda local, la de la Dama de Stavoren, que da nombre al establecimiento (vrouwe=dama): una melancólica viuda millonaria que fletó varios barcos para que recorrieran el mundo y le trajeran algo que la hiciera feliz; las mercancías que llegaban y que no conseguían satisfacerla, eran arrojadas al agua. Una estatua en el puerto recuerda la historia al turista, que puede completarla en el Museo Toomkamert Ponthus.