El Conde de Fortsas, cuyo nombre completo era Juan Nepomuceno Augusto Pichauld, era un tipo singular. Coleccionista apasionado de libros raros, se decía que no admitía en su biblioteca ningún ejemplar que no fuera único. Así, si se enteraba de la existencia de otro ejemplar en cualquier parte del mundo, regalaba el suyo o se deshacía de él de la manera que considerase más oportuna, incluso quemándolo. De ese modo, y dado su curioso proceder, al final de su vida contaba con tan sólo 52 libros. Pero vaya libros. Todos y cada uno ejemplares únicos y rarísimos que cualquier coleccionista desearía poseer. Aunténticos dulces exquisitos para los golosos de la bibliofilia europea de la época.

Cuando el conde Fortsas murió, el 1 de septiembre de 1839, los más importantes bibliófilos del continente fueron recibiendo un escueto catálogo de 14 páginas en el cual se detallaba la colección de libros del conde, así como una breve historia de su vida. No podían dar crédito a sus ojos. Los 52 libros llevaban descripciones detalladas y comentarios, y eran tan raros que hasta duplicados hubieran sido excepcionales. En el mismo catálogo se informaba que toda la colección iba a subastarse el 10 de agosto de 1840 en las oficinas del notario Mourlon, en Binche (Bélgica).

Así que hacia allí se dirigieron todos los bibliófilos europeos en masa, como moscas ante el pastel más grande jamás visto. El día anterior a la subasta comenzaron a llegar al pequeño pueblecito. Incluso representantes de los gobiernos europeos, que pretendían adquirir la colección completa.

Portada de una de las ediciones del catálogo / foto Dominio público en Wikimedia Commons

El caso es que no existía la colección, ni el conde de Fortsas, y nunca habían existido. Todo había sido una broma perpetrada por el coleccionista local Renier Hubert Ghislain Chalon (1802-1889). Pero lo que no había previsto Chalon es que el propio catálogo inventado por él se iba a convertir en una auténtica joya bibliográfica, alcanzando un valor considerable. Tanto es así que el impresor de la primera edición decidió realizar una segunda por su cuenta, lo que termino enfrentándole a Chalon por cuestiones legales.

En total, durante el siglo XIX se imprimieron cuatro ediciones del falso catálogo, y en el siglo XX varias más, sin que se sepa exactamente cuantas copias circulan hoy en día.

Fuentes

Abundan en la red las referencias al Hoax Fortsas. Yo seguí la pista de un post en Metafilter al respecto.

The Museum of Hoaxes le dédica una extensa entrada. Y de ahí saltamos a la Biblioteca de la Universidad de Delaware, que conserva uno de los catálogos.

La Wikipedia (en inglés) le dedica una breve entrada, pero que apunta a Library Thing, donde podemos ver el texto completo del catálogo.

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