Existen muchos tipos de analfabetismo. El genérico, que implica la incapacidad de leer y escribir. El digital, que supone el desconocimiento de los métodos de acceso a la cultura en internet. Y muchos otros.

También existe el Analfabetismo Cultural. Hay analfabetos culturales en todos los campos del conocimiento humano y en todos los aspectos de la vida: política, religión, artes, historia, etc.

Un analfabeto cultural no tiene conocimiento ni opinión propia de un tema determinado. Esto en sí no es malo ni peyorativo, ya que puede deberse a diferentes causas, tanto sociales como intelectuales e incluso económicas.

La diferencia entre los analfabetos culturales y los que no lo son es que estos últimos son conscientes de su desconocimiento (o ignorancia) del tema o asunto concreto, y aquellos no lo son.

Debido a ésto, los analfabetos culturales están convencidos de tener razón sobre aquello que en realidad desconocen. Suelen repetir opiniones y adoptar posturas ideológicas, sociales, religiosas o artísticas que han oido a otras personas, porque son incapaces de formarse su propio juicio.

Así, pueden estar plenamente convencidos de la realidad de un hecho histórico falso, o de la baja calidad de la obra de un gran pintor. Y no admiten la posibilidad de estar equivocados.

Sin embargo, discutir con ellos es inútil, pues no teniendo argumentos ni elementos de crítica en los que sustentarse, será imposible convencerles o sacarles de su error con explicaciones sobre lo que desconocen.

Los analfabetos culturales son por ello sumamente peligrosos cuando alguien (o algo) se propone controlar sus ideas y opiniones con fines religiosos, políticos, sociales, etc.

Cuando esto ocurre pueden llegar a convertirse en integristas. Y existen integrismos en todos los aspectos de la civilización.


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