Durante siglos considerada como la ciudad más lujosa a orillas del Mar Rojo, la abandonada ciudad de Suakin intenta renacer de sus cenizas.

Fue el faraón egipcio Ramsés III quien probablemente fundó la ciudad como puerto marítimo en el siglo XII a.C. Situada en una pequeña isla llana y de forma ovalada, en el interior de una estrecha ensenada que se interna cuatro kilómetros en la costa sudanesa del Mar Rojo, Suakin fue durante siglos el más importante puerto comercial de la zona.

El historiador griego del siglo I a.C. Diodoro Sículo afirma del lugar que el calor al mediodía es tan intenso que dos hombres, uno junto al otro, no se pueden ver debido a la densidad del aire.

Suakin en 1930 / foto Universidad de Cambridge

En esa época se identifica Suakin con el Limen Evangelis romano citado por el astrónomo y geógrafo Claudio Ptolomeo en el siglo II d.C., que también se hallaba en una isla circular, de apenas kilómetro y medio de circunferencia, al final de una larga ensenada.

Su mención como Suakin por primera vez corresponde al estudioso árabe al-Hamdani en el siglo X d.C., quien afirma que la ciudad es ciertamente muy antigua.

Una leyenda islámica local identifica la ciudad como el lugar donde estuvo prisionero el profeta Sulayman ibn Daud (más conocido por su nombre bíblico, el Rey Salomón).

Situación de Suakin / foto Dominio público en Wikimedia Commons

Durante toda la Antigüedad Suakin fue un importante puerto comercial, cuya actividad no dejó de crecer con los años. Con la expansión del islam a partir de siglo VII d.C. se convirtió en uno de los principales puntos de contacto con Arabia, y posteriormente las Cruzadas propiciaron su florecimiento como punto de partida de las rutas comerciales con el Este y punto de embarque de peregrinos etíopes a Jerusalén. Ello se debe a que durante todo ese tiempo se mantuvo aislada de los conflictos políticos que se dirimían más al norte.

Numerosos comerciantes venecianos se establecieron en la ciudad, que se mantuvo como enclave cristiano hasta mediado el siglo XIII.

La llegada de los musulmanes trajo consigo una nueva técnica de construcción. En lugar de las clásicas estructuras de adobe sudanesas diseñadas para mantener a raya el calor del desierto, introdujeron una arquitectura costera que favorecía la captación de la brisa marítima, excluyendo los vientos cálidos del oeste y la luz solar directa.

Una de las mezquitas de Suakin / foto Bertramz en Wikimedia Commons

Los nuevos edificios tenían dos o tres pisos de altura, con grandes ventanales protegidos por persianas decoradas y rejillas de ventilación. El material de construcción era magnífico coral blanco, recubierto al exterior por estuco blanco y grabados de piedra y madera. En aquella época el lujo de Suakin tenía poco que envidiar a las principales ciudades europeas.

Un dibujo hecho por el capitán de un barco luso, Juan da Castro, en 1510 incluye una singular descripción: no queda un palmo de tierra que no esté ocupado por casas, de modo que toda la isla es una ciudad, y toda la ciudad es una isla.

En 1517 los turcos se hacen con el control de la ciudad, que duraría hasta el siglo XIX. Antes, en 1540 una escuadra portuguesa que se dirigía a atacar Suez atracó en la ciudad y la saqueó. Ello puso sobre aviso a los turcos, que tuvieron tiempo de prepararse para la defensa de Suez, derrotando a los portugueses.

La prosperidad continuó y algunas de los más grandes y ricos edificios datan de esta época turca. El principio del fin comenzó cuando los portugueses descubrieron la ruta hacia las Indias bordeando el Cabo de Buena Esperanza. A partir de mediado el siglo XVII los comerciantes comenzaron a emigrar, y sus lujosas casas abandonadas cayeron lentamente en ruina.

En 1814 el viajero suizo Jean Louis Burckhardt encontró que dos tercios de las casas de la ciudad estaban en ruinas. Los días en que llegaban continuamente artículos de lujo del interior y exóticos productos de Oriente al puerto de Suakin se habían terminado. Ahora se dedicaban principalmente al comercio de esclavos (tiene el dudoso honor de ser el último lugar en que se practicó) y al negocio de las perlas.

Los turcos todavía hicieron un último esfuerzo a mediados del siglo XIX, construyendo nuevas infraestructuras: escuelas, una mezquita, un hospital, una posada, la carretera que conecta hoy la isla con el continente, e incluso una iglesia para los comerciantes coptos. Pero fue inutil. El golpe final fue la construcción de Port Sudan a unos 64 kilómetros al norte, que capitalizó el comercio a partir de entonces. Para 1922 la última de las grandes compañías abandonaba Suakin definitivamente.

Hoy la isla es una amalgama de ruinas donde se mezclan estilos y culturas, desde la veneciana a la otomana, pasando por la árabe. Sin embargo, poco a poco parece que se van recuperando algunos edificios. En 1993 la UNESCO envió una misión que consiguió convencer al gobierno sudanés de iniciar la rehabilitación del lugar, lo que hasta el día de hoy se viene haciendo muy lentamente.

En 2018 el gobierno de Sudán cedió la isla a Turquía durante 99 años.


Fuentes

Coral Buildings of Suakin (Jean Pierre Greenlaw) / Suakin: On Reviving an Ancient Red Sea Port City (Abdel Rahim Salim) / Suakin, memory of a city (Marisa Calia) / Suakin: time and tide (Robert Berg) / Wikipedia


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