Pericles soñaba con la creación de una ciudad panhelénica y para ello alistó a algunos de los mejores intelectuales griegos de la época.

La historia comienza hacia el año 720 a.C. cuando los aqueos de Hélice y Trecén fundan una colonia en la Magna Grecia, en el extremo oeste del interior del golfo de Tarento. La llaman Síbaris y, poco a poco, va creciendo y dominando las regiones del entorno. El comercio florece y la riqueza abunda. Sus habitantes llevan una vida tranquila y rodeada de lujos. Se acostumbran a los manjares exóticos y las ricas telas, al oro y la plata incluso para los objetos más triviales.

Tanto que según cuenta la leyenda llega un momento en que su aversión al trabajo y su gusto por el descanso es tal que prohiben oficios como el de herrero o carpintero, demasiado ruidosos para la tranquilidad de la urbe, e incluso la introducción de animales como el gallo, por su manía de alborotar al amanecer. Por algo el término sibarita ha llegado hasta nuestros días como amante del lujo.

Ruinas del posible teatro de Síbaris / foto Mboesch en Wikimedia Commons

Pero había un problema. Poco después de la fundación de Síbaris, otro grupo de aqueos, esta vez procedente de Ripes y siguiendo instrucciones del oráculo de Delfos, había fundado la ciudad de Croton (actual Crotona), en el extremo oeste exterior del golfo, a una distancia relativamente corta. En un primer momento ambas ciudades fueron aliadas y juntas conquistaron y destruyeron otras ciudades. Prosperaron y colaboraron, incluso Pitágoras estableció en Croton hacia 540 a.C. su escuela filosófica.

Las cosas se torcieron hacia el 510 a.C. Ese año estalló la guerra y el ejército de Croton, dirigido por Milón, un discípulo de Pitágoras, masacró al de Síbaris en la batalla del río Traeis. Acto seguido desviaron el curso del río Cratis para inundar la ciudad, que fue destruída, y la mayoría de sus habitantes muertos. Tan solo un pequeño número logró escapar.

Las cosas en Croton no fueron mejor. Poco después de la victoria sobre Síbaris estalló una revuelta contra el gobierno oligáquico, que triunfó y supuso el establecimiento de la democracia. Pitágoras fue expulsado de la ciudad por su connivencia con la oligarquía, o según otras fuentes habría muerto durante los disturbios.

Situación de Síbaris y Turios / mapa Rowanwindwhistler en Wikimedia Commons

En 452 a.C., unos 42 años después, los sibaritas supervivientes y sus descendientes con la ayuda de algunos tesalios, regresaron e intentaron refundar la ciudad. La nueva Síbaris crecía y prosperaba tan rápido que volvió a despertar la envidia de Croton, que consiguió expulsarlos de nuevo.

Pasaron otros cinco años, durante los cuales los desgraciados sibaritas se dedicaron a buscar un aliado con la suficiente entidad y capacidad para hacer frente a sus enemigos. Primero lo intentaron con Esparta, sin éxito. Luego se dirigieron a Atenas, donde Pericles vio la oportunidad para llevar a cabo su sueño, crear una ciudad panhelénica sobre las ruinas de Síbaris, con colonos procedentes de diferentes partes de la Hélade, elegidos por su capacidad y su intelecto.

Se organizó todo con este principio y bajo la promesa de reinstalar a los antiguos habitantes sibaritas, y los nuevos colonos reclutados por mensajeros enviados a toda Grecia, entre los que había un reducido número de atenienses, fueron enviados bajo el mando de Lampon y Jenócrito. Entre ellos se encontraban el historiador Heródoto, quien debía aportar su conocimiento del mundo y la historia, y el orador Lisias, por su experiencia política (ambos amigos de Pericles). Como arquitecto encargado de planear la ciudad se contrató a Hipodamo de Mileto, hoy considerado el padre del urbanismo. Las leyes de la nueva ciudad y su constitución fueron redactadas por el sofista Protágoras, y establecían, por vez primera en la historia, la educación pública gratuita y obligatoria para todos los ciudadanos. Un logro que el mundo tardaría siglos en recuperar.

Mosaicos hallados en las excavaciones, posiblemente de Turios / foto Peter Stewart en Wikimedia Commons

Según Donald Kagan en su libro sobre Pericles y la democracia ateniense, esta idea de panhelenismo no tiene precedente, pero encaja con las ideas del político ateniense expresadas tan solo unos años antes. Algunos estudiosos opinan que en realidad todo era una argucia en pro del expansionismo de Atenas, pero las evidencias y la historia posterior de la colonia demuestran lo contrario. Habría sido una especie de mensaje diplomático, en el sentido de que Atenas no tenía ambiciones imperialistas.

Es más, Rosaria Vignolo Munson opina que el hecho de poner al frente de la colonia a Lampon, reconocido por su ortodoxia religiosa, en estrecha cooperación con Protágoras, que abanderaba la innovación científica, constituía un experimento social y político en el que Pericles quería aunar diversidad, igualdad y armonía.

En un primer momento los nuevos colonos se establecen en la antigua Síbaris, pero pronto la abandonan sin que se sepan muy bien las causas, y se establecen en un lugar cercano en el que existía una fuente llamada Thuria. Será allí, en el año 443 a.C., donde se funda la nueva ciudad de Turios (Thurii o Thurium).

Enseguida empiezan a surgir los problemas, pues los sibaritas reclaman privilegios políticos sobre los recien llegados, que terminan cortando por lo sano y expulsándolos de la ciudad. No solo eso, firman un tratado de paz con Croton y la nueva urbe comienza un período floreciente. Llegan nuevos colonos constantemente desde todo el mundo griego, y la sociedad de Turios se organiza en diez tribus que llevan nombres según la procedencia de sus miembros: Arcadios, Aqueos, Eleátas, Beocios, Anfictionios, Dorios, Jonios, Atenienses, Eubeos y Nesiotas.

Monedas de Turios / foto cngcoins.com en Wikimedia Commons

Poco después de su fundación Turios se enzarza en una guerra con la colonia espartana de Taras (la actual Tarento), poniendose al frente del nuevo ejército el general espartano Cleandridas, que había llegado a Turios tras ser expulsado de Esparta. Sus éxitos militares consiguen forzar un acuerdo, y de aquí en adelante Turios se mantendría neutral en las disputas entre Atenas y Esparta. De hecho fue a Turios donde huyó también Alcibiades para no ser juzgado en la ciudad ateniense. Durante toda esa época la ciudad fue refugio de exiliados, perseguidos y desertores.

A finales del siglo V a.C. Turios comienza su lenta decadencia, con la amenaza de los pueblos circundantes, pero consiguiendo siempre mantenerse independiente, hasta que finalmente hacia 356 a.C. se pone sin otro remedio bajo la protección militar de Roma. Su único error a lo largo de la historia sería ponerse del lado de Anibal en la Segunda Guerra Púnica, hacia 212 a.C. Roma no perdonó la traición y, en 194 a.C. fundó sobre los muros de la asolada Turios su propia colonia, a la que dió el nombre de Copias. El sueño de Pericles había terminado.

Hoy en día la localización exacta de Turios es incierta. Al igual que Síbaris y Copias, todas fueron cubiertas progresivamente por los sedimentos fluviales del río Cratis durante 2.100 años. En la década de 1960 los arqueólogos comenzaron a sacar a la luz ruinas en la zona, sin que hasta el momento hayan podido determinar que partes corresponden a cada una de las ciudades superpuestas. En algún lugar entre esas ruinas, en el ágora de Turios, se encuentra según la Suda, la tumba de Heródoto, el padre de la historiografía.


Fuentes

Fuentes: Pericles Of Athens And The Birth Of Democracy (Donald Kagan) / Telling Wonders: Ethnographic and Political Discourse in the Work of Herodotus (Rosaria Vignolo Munson) / C. Colburn, .Oliver: ”A Habitation Area of Thurii”. Expedition Magazine 9.3 (May 1967) / Geografía (Estrabón) / Política (Aristóteles) / Wikipedia


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