Imaginen un campo sembrado de enormes jarrones de piedra. Grandes búcaros capaces de cobijar a una persona y que parecen brotar del suelo, conformando un paisaje digno de Juego de Tronos o alguna otra historia fantástica salida de un cineasta visionario, un literato imaginativo o un dibujante de cómics de ciencia ficción. Sólo que realmente hay un sitio así y está en el sudeste asiático; en Laos concretamente y lo llaman la Llanura de las Jarras.

Ese llano, que se encuentra al pie de la cordillera Annamita, la más importante de la península indochina, en las tierras altas del norte, se denomina en realidad Xiangkhoang pero ya es más conocida popularmente por el apelativo que le dan esos singulares elementos megalíticos.

Y eso que no son recientes: la datación cronológica apunta a un milenio y medio o incluso dos en sus piezas más antiguas -la Edad del Hierro-, si bien la mayor parte son algo más recientes, fechadas entre los siglos VI a.C y IX d.C.

Foto Allazad en Wikimedia Commons

Es decir, abarcan un espectro temporal bastante amplio, lo que supone todo un misterio ya que, pese a ello, se ignora a qué cultura adscribirlas. Un agujero en el conocimiento que ha favorecido el origen y difusión de leyendas sobre su origen; algunas tienen un matiz mitológico y hablan de un pueblo de gigantes dirigidos por un rey guerrero llamado Khun Cheung, quien, tras una memorable batalla, mandó colocar las jarras llenas de viandas para celebrar la victoria con sus hombres. Por supuesto, arqueólogos y antropólogos buscan otras explicaciones más plausibles.

Por ejemplo, hay quien propuso la teoría de que servían para recoger agua de lluvia durante la época del monzón, en previsión de la temporada de sequía, sirviendo así para que pudieran beber los miembros de las caravanas comerciales de sal que atravesaban la zona.

Esta hipótesis no parece probable pero sí tiene un punto de verdad: la llanura de Xiangkhoang era un punto de paso para esas caravanas en su ruta hacia el norte de la India y quizá los viajeros depositaban ofrendas dentro de las jarras. De hecho, hay piezas parecidas en Tailandia y la India.

Las explicaciones más aceptadas apuntan a un uso funerario, atendiendo a determinados hallazgos complementarios y a los análisis tanto de las propias jarras como de su contenido, pues buena parte de ellas albergaban restos humanos. Aunque no todos, muchos huesos muestran evidencias de incineración y están envueltos en ceniza (acompañados a veces de cerámica y herramientas de hierro y bronce), algo que según la arqueóloga francesa Madeleine Colani, que excavó la llanura en los años treinta (por cierto, llevándose unas cuantas a su país), explicaría la presencia en una cueva cercana de una especie de chimeneas: sería un horno crematorio y los cántaros urnas funerarias.

Sin embargo, no es algo que acepten todos los expertos y otros opinan que si bien la llanura puede considerarse una necrópolis, el horno no tenía como finalidad la cremación de cadáveres sino para hacer moldes de las jarras. Esto también es refutado porque el material de que están hechas no es metal sino piedra: fundamentalmente de arenisca pero otras de granito, conglomerado, caliza y, algunas, incluso de coral. Esas diferencias afectan asimismo a sus formas, pues unas presentan un aspecto redondeado, como grandes ánforas, frente a las que son más bien angulares. Las mayoría no muestra decoración, salvo unas pocas con bajorrelieves y/o pinturas.

Foto Allazad en Wikimedia Commons

Sí tienen en común las contundentes dimensiones, entre uno y tres metros de altura, con un peso que va de una a seis toneladas; pocas conservan la tapa -debían ser de madera y se han perdido-. Se reparten por un área de veinticinco hectáreas, contándose centenares (unas agrupadas y otras solitarias) y están acompañadas de otros elementos como unas alargadas y finas losas pétreas de técnica y función desconocidas.

Todos estos enigmas aún permanecerán sin explicación definitiva durante mucho tiempo, ya que el lugar fue duramente castigado durante la Guerra del Vietnam y salvo el mencionado caso de Colani, permaneció virgen hasta 1994. Eso se debe a que hay cientos de bombas sin explotar lanzadas por la aviación estadounidense que impiden llevar a cabo excavaciones arqueológicas normales, salvo en puntos muy concretos.

Desde 2004 se está realizando una campaña de limpieza en ese sentido, con vistas también al turismo y a su incorporación al Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.


En 2021 un equipo de la Universidad de Melbourne, la Universidad Nacional de Australia y el Departamento de Patrimonio de Laos, resolvió el misterio de su origen y datación: Resuelven el misterio del origen y la datación de las jarras megalíticas de Laos


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