Uno de los manuscritos iluminados del Nuevo Testamento más antiguos que existen es el Codex Purpureus Rossanensis, creado hace unos 1.500 años, que fue hallado en 1879 en la sacristía de la catedral de Rossano en Calabria, Italia. Sorprendentemente los investigadores descubrieron que los pigmentos púrpura con que fue iluminado contienen orina.

Los análisis realizados por el equipo que trabajó en la restauración del manuscrito han dado respuesta a una de las preguntas que los expertos se han hecho durante muchos años. ¿Cómo se obtuvieron los pigmentos púrpuras que caracterizan este manuscrito?

Hasta hace poco se suponía que se trataba de púrpura de Tiro, el famoso pigmento extraídos de Murex, caracoles carnívoros marinos, y que fue ampliamente utilizado en la Edad Media. Pero la respuesta que hallaron es que aquí se utilizó en su lugar orceina, un colorante natural que se extrae de los líquenes Roccella Tinctoria, el cual fue procesado luego con orina fermentada, la única fuente de amoníaco disponible en la época.

Una ilustración del Codex Rossanensis / foto dominio público en Wikimedia Commons

El manuscrito contiene el Nuevo Testamento, aunque incompleto ya que solo incluye los evangelios de Mateo y Marcos. Lo otros dos que faltan pudieron ser destruidos durante un incendio de la catedral en el siglo XVII.

Se cree que fue escrito en Siria entre los siglos V y VI d.C., y en sus 188 hojas de pergamino se combinan miniaturas de exquisita factura con el texto en griego escrito con tinta de oro y plata.

Una página del Codex Rossanensis / foto dominio público en Wikimedia Commons

Los análisis también revelaron que los colores malva y violeta proceden de tinte de bayas de saúco, la primera vez que se encuentran en un manuscrito medieval.

Según Marina Bicchieri, directora del laboratorio químico que realizó los trabajos, a pesar de que los manuscritos iluminados medievales han sido profundamente estudiados desde un punto de vista histórico, la composición de los materiales con que fueron hechos continua siendo una asignatura pendiente.

Una vez descartada la presencia de bromo en los tintes del codex, habitual en la púrpura de Tiro, se prepararon mezclas siguiendo las recetas descritas en el Papiro de Estocolmo, escrito hacia el 300 d.C., y que contiene hasta 154 recetas para fabricar tintes y colores.

Una de estas combinaciones creada con orceina y carbonato de sodio resultó ser idéntica a la empleada en el códice de Rossano, que tras ser restaurado se expone ahora en el Museo Diocesano de la ciudad.


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