¿Creían que la idea de superhéroe es exclusivamente actual? A lo largo de la Historia siempre se han imaginado individuos dotados de unas capacidades superiores y anómalas, gracias a las cuales ayudaban a la Humanidad. No vestían mallas ajustadas de colores, de acuerdo, pero es que Stan Lee y Joe Shuster no nacieron hasta el siglo XX. A continuación, y siempre con una sonrisa en la cara, veamos una relación de quince superhéroes de otras épocas, según los conceptos que se manejaban en ellas.

1. Gilgamesh

Imagen: Marco Express en Wikimedia Commons

El primigenio y modelo de todos los grandes héroes literarios y mitológicos fue ideado en Súmer, quién sabe si con alguna leve base real.

Como hijo de Ninsun, diosa de Lagash, tenía poderes extraordinarios que empleó en sus aventuras en busca de la inmortalidad; algo que, al igual que Batman con Robin, llevó a cabo con su compañero Enkidu.

Todo se narra en el poema que lleva su nombre, donde aparece, por cierto, la primera referencia a un diluvio universal.

2. Krishna

Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Valdría también Rama. En realidad, en la compleja religión hindú, ambos son avatares o encarnaciones del dios Visnú para realizar ciertas misiones en el mundo humano.

Los textos épicos Ramayana y Mahabharata cuentan sus aventuras en una y otra forma respectivamente, enfrentándose a súper villanos como el demonio Ravana con la ayuda del rey mono Jánuman. Y, encima, Rama/Krishna tiene la piel azul, igual que Rondador Nocturno.

3. Hércules

Imagen: Miguel Hermoso Cuesta en Wikimedia Commons

Si alguien en la antigüedad clásica podía parecerse a Supermán era Hércules, sin duda; hasta tenía una capa en forma de piel de león.

Fue otro descendiente de divinidades (Zeus, quien lo engendró con la reina Alcmena) que recibió su portentosa fuerza nada más nacer (estranguló a dos serpientes en la misma cuna), llevó a cabo prodigiosas misiones (los famosos doce trabajos encargados por el rey Euristeo) y terminó convertido en semidiós, accediendo al Olimpo.

4. Sansón

Imagen: José Echenagusia Errazquin (dominio público en Wikimedia Commons)

Otro forzudo bajo protección divina capaz de acabar con ejércitos enteros él solo.

Claro que la ayuda de Yahvé siempre resultaba decisiva (y, si no, que le pregunten a Josué cuando derribó las murallas de Jericó a simple golpe de trompeta).

Además Sansón era sensible a su kriptonita particular, la melena, y tenía poderosos archienemigos, los filisteos.

5. El Golem

Foto dominio público en Wikimedia Commons

La tentación aquí es demasiado grande como para dejarla pasar. Si alguien puede hacer el papel de la Cosa, aunque sólo sea por la apariencia pétrea, es el Golem.

Era un homúnculo de barro al que la mitología judía otorgaba un papel protector en casos críticos. Uno de ellos tuvo lugar cuando los progromos del siglo XVI ocurridos en Praga llevaron al rabino Löw a crearlo, convirtiéndose en un eficaz guardaespaldas de la comunidad hebrea pese a ser mudo y algo limitado de entendimiento (interpretaba las órdenes al pie de la letra).

Una vez pasado el peligro se le retiró la vida, pero su cuerpo se guarda en el ático de una sinagoga, por si acaso.

6. San Jorge

Imagen: Paolo Ucello (dominio público en Wikimedia Commons)

¿Cuál sería la pesadilla de un dragón? La respuesta es este caballero de brillante armadura cuyo origen se funde con un soldado romano cristiano que fue martirizado en el siglo III pero que hizo fortuna en el Medievo.

No mató al dragón con superpoderes, pero sí resucitó cuando Diocleciano ordenó ejecutarlo desmembrándolo.

Desde entonces también se aparece milagrosamente para ayudar a los ejércitos cristianos. O sea, como el apóstol Santiago, al cambio.

7. El Caballero Verde

Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Este personaje, llamado originalmente Bercilak de Hautsdesert, forma parte de los mitos artúricos.

Fue Sir Gawian quien tuvo la oportunidad de poner a prueba su curioso superpoder, decapitándolo y viendo cómo el caballero recolocaba la cabeza en el cuello antes de exigirle reciprocidad en el plazo de un año.

Al final le perdonó porque Gawain era muy puro y casto, como sabemos. Por cierto, lo de verde alude al color de su piel; gajes de andar jugando con la hechicera Morgana.

8. Sigfrido

Imagen: Ferdinand Leeke (dominio público en Wikimedia Commons)

Uno de los protagonistas del Cantar de los nibelungos es Sigfrido, cuyo funeral musicalizó Wagner de forma magistral.

Este héroe procede de la saga nórdica Sigurd y obtiene sus poderes al bañarse en la sangre de un dragón al que acaba de matar, recordando un poco a Aquiles.

Sigfrido se vuelve así invulnerable y encima consigue una capa que le otorga la invisibilidad. Nada de esto le libra de morir alanceado a traición.

9. Rostam

Foto dominio público en Wikimedia Commons

Los persas también tuvieron su superhéroe. Era tan grande que al nacer necesitaba alimentarse de diez nodrizas, consiguiendo gran fuerza y una larga vida. Destructor de demonios y bestias monstruosas, protegió Persia durante cinco siglos hasta que su pérfido hermanastro Shaghad le arrojó a un pozo con estacas envenenadas.

Rostam tuvo tiempo de vengarse antes de morir, disparándole una flecha con tanta potencia que atravesó el tronco de un árbol antes de clavarse en Shaghad.

10. San Patricio

Imagen: Nheyob en Wikimedia Commons

No siempre se impone la fuerza bruta, como bien demuestra el profesor Xavier. También lo hizo San Patricio, un misionero que llegó a Irlanda en el siglo V y expulsó a las serpientes del país con simples exhortaciones.

La metáfora ofídica del paganismo es obvia. Dicen las malas lenguas que luego se dedicó a buscar tréboles y a fabricar cerveza.

11. Roldán

Foto Internet Archive Book Images en Wikimedia Commons

O Roland, en francés; el de la célebre chanson. Ésta cuenta que era un gran guerrero del siglo XI, vasallo de Carlomagno, capaz de contener a cien mil sarracenos para dar tiempo a su rey para ponerse a salvo… a costa de su propia vida.

Tenía ayuda, eso sí: su espada Durendal, encantada e irrompible, que únicamente él podía esgrimir. Recuerda un poco al martillo de Thor ¿no?

12. El Cid

Foto LBM1948 en Wikimedia Commons

La versión española -o castellana- de Roldán es Rodrigo Díaz de Vivar, un personaje histórico cuyas hazañas le hicieron ganarse el sobrenombre de Cid Campeador y que han sido narradas en el bello cantar homónimo (y en una memorable película protagonizada por Charlton Heston).

El Cid no contaba con una espada mágica pero, al parecer, no la necesitaba; se puede comprobar no sólo en en el episodio más famoso, el de la batalla contra los musulmanes que gana después de muerto con la simple presencia de su cadáver, sino también en el de la humillación de sus yernos, cuando agarra por la melena al león que los hizo huir y lo devuelve a su jaula.

13. Guillermo Tell

Imagen: Hans Sandreuter (Roland zh en Wikimedia Commons)

La precisión y la puntería con la ballesta de este personaje suizo -que existió de verdad- se convirtieron en toda una leyenda allá por el siglo XV.

En una historia que tiene bastantes paralelismos con la de Robin Hood, la clave fantástica no está tanto en que Tell logre atravesar una manzana puesta sobre la cabeza de su hijo por orden del malvado Albrecht Gessler, como en la fuerza portentosa que usó para hacer virar el barco en que era trasladado en medio de una tormenta y luego recorrer el país para vengarse.

A cambio, impulsó el nacimiento de la confederación suiza.

14. San Francisco de Asís

Imagen: Giotto (dominio público en Wikimedia Commons)

Otro santo para la lista. Por intermediación del poder de Dios, San Francisco no sólo podía reproducir en su cuerpo los mismos estigmas que Cristo cuando fue crucificado sino que, además, levitaba a una altura de tres a cuatro codos.

Nada comparado con su capacidad para hablar con los animales, un superpoder que le vino muy bien para convencer a un lobo de que dejase de aterrorizar a una aldea.

15. El Baron de Munchausen

Imagen: Oskar Herrfurth (dominio público en Wikimedia Commons)

El personaje literario no se parece nada, por suerte, al verdadero (Karl Friedrich Hieronymus), mucho más soso.

El barón de la novela es el superhéroe completo porque hace de todo: tiene superfuerza, superoído, supervista, supervelocidad… aunque sea a través de los distintos amigos que hace por el camino.

Subirse sobre una bala de cañón cuando éste dispara es de nota pero con lo de llegar a la Luna en globo, respirar sin problemas y regresar a la Tierra descendiendo por una cuerda, alcanza la excelencia.


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