El fotógrafo Nadav Kander consiguió algo que parecía imposible: el acceso a las ciudades secretas utilizadas por la antigua Unión Soviética, la USSR, para realizar sus pruebas nucleares. Durante varios años viajó desde las estepas del este de Kazakhstan hasta el Mar de Aral para capturar en imágenes lugares que los ciudadanos de a pie no habían visto hasta la aparición de Google Earth. Estas fotografías se muestran en Dust, una exposición que se puede ver en la Flower Gallery de Londres y en una app para iPhone y iPad.

La ciudad de Kurchatov, nombre tomado del físico que desarrolló la primera bomba nuclear soviética, fue la primera visita de Kander. Necesitó la ayuda de un contacto local para convencer al guardia que custodiaba la entrada a la localidad, un páramo en ruinas de extra belleza.

The Polygon o The Semipalatinsk Test Site, a las afueras de Kurchatov fue el primer lugar de pruebas nucleares de la Unión Soviética. Allí se realizaron más de 450 pruebas, con una potencia total equivalente a 2.500 bombas como la arrojada en Hiroshima, entre 1949 y 1989. Aunque se había descrito la zona como deshabitada, lo cierto es que había un millón de personas viviendo a 160 kilómetros del lugar.

El resultado de todo esto es que la mortalidad infantil creció cuatro veces más que en el resto de la Unión Soviética, y las cifras de cáncer en la región han sido más elevadas que en el resto de Kazakhstan. Hoy día, los habitantes de la zona tienen una esperanza de vida más baja que el resto del país.

Hoy Kurchatov puede visitarse, pero hay que llevar un contador Geiger para hacerlo como el que utilizó Nadav Kander en 2011 para radiografiar ese testigo de la Guerra Fría.

A unos pocos de cientos de kilómetros de Kurchatov, a orillas del Lago Balkhash, se encuentra Priozersk, conocida como Moscow 10, otra de estas ciudades secretas. Allí los científicos desarrollaron en un sistema de misiles de defensa; en 1961 probaron el V-1000, el que era entonces el más avanzado misil anti balístico del mundo.

Priozersk está hoy cerrada a los visitantes. El ejército ruso lo utiliza como base para el desarrollo de nuevos sistemas de misiles. Kander también estuvo en Priozersk y manifestó, como en otras de esas ciudades secretas, su fascinación ante «la combinación de belleza y destrucción».

Vía: Wired

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