Rusia no deja de asombrarnos últimamente. Si el año pasado nos quedamos alucinados viendo caer un meteorito y estos días el vídeo de una espectacular granizada que soprendió a los bañistas en una playa se convirtió en toda una sensación por las redes sociales, ahora es el turno de este otro que muestra el descubrimiento casual de un gigantesco agujero, de origen aún indeterminado, en Siberia.

El hallazgo, que fue el pasado 10 de julio, corresponde a los pilotos de un helicóptero de una compañía petrolífera que sobrevolaban la zona noroccidental de esa región, llamada Yamal-Nenets. Un nombre que parece perfecto porque significa Fin del mundo.

La peculiar sima se encuentra a unos treinta kilómetros de la localidad de Bovanenkovo y su diámetro, que según dicen permitiría «bajar a unos cuantos helicópteros MI-8 sin chocar», se calcula en torno a ochenta metros. De todas formas, se prepara una expedición científica para hacer mediciones exactas y tomar muestras de tierra, agua y aire.

De momento no se sabe la causa del fenómeno. No tardaron en circular teorías tan diversas como estrambóticas, desde el impacto de un meteorito (algo descartado inmediatamente debido a la profundidad que parece tener el foso) a una base de extraterrestres. Otra relaciona el calentamiento global con una explosión subterránea derivada de la composición del suelo: al derretirse el hielo del permafrost liberaría gas que, al mezclarse con la arena y la sal de un antiguo lecho marino enterrado, provocaría un efecto similar al del corcho de una botella de champán al abrirse.

Lo cierto es que esa explicación, propuesta por Anna Kurchova, del Centro Sub-Ártico de Investigación Científica puede tener base, ya que a pocos kilómetros del agujero está asentado el proyecto GNL para la obtención de gas licuado, el más grande del país. Además, no sería la primera vez que ocurre en Yamal-Nenats algo como lo descrito.

En ese sentido no me resisto a terminar sin reseñar la leyenda del Pozo del Infierno, según la cual unos científicos excavaron en Siberia una sima que llevaría hasta la mismísima morada del Diablo, llegando a percibir desde el umbral, mediante micrófonos, los gritos de agonía de los condenados a las llamas eternas. Un disparate amplificado por ciertos medios de comunicación, que tiene su origen en el agujero real, de doce kilómetros, practicado en la península de Kola entre 1970 y 1989, finalmente abandonado por la imposibilidad de seguir perforando ante las altas temperaturas que emanaban.

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