Cementerios protestantes España

Una curiosa forma de entender le historia del actual mapa religioso europeo es descubrir que la muerte iguala a todos los creyentes, en efecto, pero los guarda por separado. Y es algo comprobable viendo cómo varias ciudades del continente, varias de ellas en España, los fallecidos no católicos están enterrados en sus propios cementerios.

Como sabrán, Europa se vio inmersa durante siglos en las llamadas Guerras de Religión, que enfrentaron a católicos y protestantes. Al final aquella sangría que devoró varias generaciones obligó a firmar la paz pero, aunque concluyeron los episodios bélicos, continuó la desconfianza mutua entre ambas creencias hasta bien entrado el siglo XX. Una especie de absurda guerra fría, salvando las distancias.

Un rescoldo de ello son, como decía,los camposantos exclusivos para protestantes. En Roma hay uno, denominado Cementerio Acatólico, que constituye uno de mis rincones preferidos de la ciudad. Está detrás de la pirámide de Cayo Cestio, junto a la colina Testaccio, la Puerta de San Paolo y enfrente de una zona para los soldados británicos caídos en la Segunda Guerra Mundial, y es como un parquecillo con árboles y hierba verde intenso en el que yacen algunos famosos, como los poetas británicos Keats y Shelley, o el hijo que éste tuvo con Mary Shelley, la autora de Frankenstein.

Pero es España también hay algunos, generalmente conocidos como «cementerios de los ingleses» porque la mayoría de sus inquilinos suelen ser de esta nacionalidad. El Cementerio Británico de Santander está en la calle Cardenal Herrera Oría y data de 1870, aunque tiene sus raíces en la Guerra de la Independencia: por el puerto cántabro llegaban tropas y suministros para combatir a Napoleón (aún se conserva un monumento a la Legión de Marinos Británicos) y pronto se hizo patente la «necesidad» de enterrar a sus muertos en un sitio propio.

La idea se propuso y autorizó en 1831 -la Legión Auxiliar permaneció acantonada en la ciudad hasta 1835- pero no se concretaría hasta el año citado, tras retomarla en 1861y fundar un patronato encargado de canalizar donaciones para su financiación. Desde mediados del siglo XX, también acoge ciudadanos alemanes, suecos y noruegos, cuyos países colaboran en el mantenimiento a través de sus consulados.

En la calle Comandante Fontanés de Madrid se ubica el Cementerio de los Ingleses de la capital, cuyas 600 tumbas acogen en realidad cadáveres de muchas otras nacionalidades (43) e incluso religiones (judíos y musulmanes, por ejemplo). Fue creado en 1850 y el primer entierro data de 4 años más tarde, encontrándose hoy lápidas de familias como Lhardy (la del restaurante madrileño), Parish (dueña del Circo Price), Loewe… El lugar, que ya está repleto, es gestionado por una fundación sostenida con benefactores privados.

El cementerio inglés o protestante más famoso de España quizá sea el de San Jorge, en la avenida de Príes de Málaga. Ello se debe a que se trata de un lugar bastante turístico declarado Bien de Interés Cultural, porque las bellas tumbas se hallan rodeadas de frondosa vegetación al haberse concebido el sitio como una especie de jardín botánico funerario; baste como ejemplo la famosa tumba de la niña Violeta, rodeada de violetas.

También recibe visitas porque se pueden ver las del poeta Jorge Guillén o el hispanista Gerald Brenan, la primera iglesia protestante de España o los curiosos sepulcros infantiles, los más antiguos del camposanto, cubiertos de conchas. Estos últimos quizá sean un recuerdo de aquellos tiempos que antes mencioné de guerra frío, anteriores al cementerio, cuando los protestantes de la zona se veían obligados a enterrar a los suyos en la playa y de noche.

Por último, una referencia a un cementerio que ni es inglés ni es protestante, al menos de forma específica: el de Cuacos (Yuste), destinado a acoger los cuerpos de los caídos alemanes en territorio o aguas españolas durante las guerras mundiales(28 de la Primera y 154 de la Segunda). Creado en 1980, se trata del típico camposanto militar de cruces alineadas, sólo que en vez de blancas son de granito oscuro, según la tradición germana.

Foto: Natalie Maynor en Wikimedia

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