Subiendo Machu Picchu Tren Hiram Bingham

Hace aproximadamente un año que se cumplió el centenario del descubrimiento de Machu Picchu por el explorador Hiram Bingham. Aquí dimos cuenta de ello en un post y todo Perú lo celebró, tal como corresponde al principal atractivo turístico del país.

Pero, insistiendo con este lugar, una de las Nuevas Maravillas del Mundo, y aprovechando que últimamente estamos reseñando trenes turísticos de todo el mundo, vamos a ocuparnos del que lleva hasta lo alto de la ciudadela ostentando el nombre de su descubridor: el suntuoso Orient Express Hiram Bingham de PerúRail.

Se trata de un ferrocarril clásico, de los años veinte, y muy elegante. No es grande: con capacidad para 84 personas, sólo consta de 2 vagones restaurante tipo Pullman decorados en azul y oro más un vagón mirador -que también tiene bar- y otro que sirve de cocina. Asientos tapizados, lámparas vintage y mobiliario art déco, sumergen al pasajero en un trayecto lujoso y evocador de la ruta seguida seguida por Bingham, animado por coloristas espectáculos de folklore andino y aderezado por un exquisito desayuno.

Antes, un camarero recibe a los pasajeros dándoles la bienvenida con una copa de champán o un zumo antes de ponerse en marcha desde la Estación de Poroy, a las 9:00 de la mañana. Hay otras opciones ferroviarias que parten directamente de Cuzco, a unos 20 minutos, entre las 6:40 y las 8:25: la Vistadome y la Expedition, lo que permite disfrutar de un sinuoso ascenso por la ladera de una montaña; resulta más barato pero también van abarrotados. Es cuestión de gustos (o de bolsillos).

Subiendo Machu Picchu Tren Hiram Bingham

Por lo demás el viaje es similar en cuanto a vistas, pero en el Orient Express Hiram Bingham se cuenta con servicios exclusivos como el apoyo informativo del personal, las guías impresas facilitadas, los mapas y las tablas de altitudes, mientras se atraviesa el impresionante Valle Sagrado, salpicado de cultivos, ruinas incas, llamas, nubes bajas y la belleza serena del río Urubamba.

Cuatro horas más tarde se llega a Aguas Calientes, donde hay que descender para trasladarse a los autobuses que suben hasta Machu Picchu. Entre medias hay tiempo para conocer la pequeña localidad y realizar compras en algún puesto de artesanía. Después empieza la serpenteante ascensión por una carretera asomada a precipicios abismales y jalonada por curvas imposibles que desemboca, pasada media mañana, en el Santuario. La visita guiada, incluida en el precio con un guía por cada 14 pasajeros, descubre algunos de los secretos del místico lugar bajo el tórrido sol o con la húmeda niebla rodeando el paisaje.

Terminada la experiencia se desciende para acudir al Machu Picchu Sanctuary Lodge, propiedad de la compañía ferroviaria (la otra opción es el Hotel Monasterio), a tomar un refrigerio. Algunos pasajeros incluso deciden pernoctar en sus habitaciones; el resto regresa al tren, que inicia el retorno a las 18:00. Antes de finalizar su recorrido se ofrecerá la espléndida cena que completa este viaje tan especial.

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